jueves, 20 de junio de 2013

MY BIOGRAFÍA

Yo nací el 19 de Febrero de 1997 en el cantón Loreto provincia de Orellana, allí pase 7 años después nos vinimos a vivir en el Te Zulay donde pasamos un año y luego volvimos a Loreto porque cerró la fabrica y mi papá se quedó desempleado. A los pocos meses de haber estado allí, nuevamente regresamos pero esta vez fuimos a vivir en Bellavista en ese trayecto yo cursaba el segundo año en  la escuela.








Cuando llegamos a Bellavista, mis padres nos matricularon en la escuela "Octavio Zurita Villegas" que se encuentra ubicado en el mismo sector. En Bellavista estuvimos 3 años después vinimos a vivir en la parroquia Shell porque un señor le aviso a mi papá que estaban dando terrenos.Cuando llegamos,todo era monte y mi casa era de madera porque no dejaban hacerla de cemento porque decidan que nos iban a reubicar en una parte especifica y allí si podríamos hacerla pero pasaron los años y eso no sucedia.







Para ir a la escuela, nos íbamos en el carro del director de la escuela. Yo todos los años ganaba diplomas por mi dedicación y esfuerzo en el estudió. En sexto año comencé a trabajar ayudándole  a barrer las aulas a la conserje de la escuela y ella me pagaba por eso. Cuando ya estaba en séptimo año, salí abanderado del Pabellón Nacional, en ese momento mis padres se sintieron muy orgullosos de mi  porque yo era el único hijo que había salido abanderado. En el día del juramento a la bandera, yo estaba muy nervioso porque había mucha gente viendo y a mi no me gusta estar en frente de un público.








El Jorge Icaza  fue sumamente gratificante, de hecho tengo la fortuna de estar todavia los tres años de colegio. Me gusta este colegio porque concidero que es el mejor colegio aunque algunos no piensen igual tambien porque goza de gran reputación en la provincia. Aquí logré establecer muy buenos amigos, entre ellos "Abner Carrillo", el mejor amigo que he tenido en toda mi vida y me llevo muy bién con el hasta hoy otros amigos y amigas son: Mariana, Jessenia, Betsabé, Nury, Carlos, Alexander y algunos más.






viernes, 7 de junio de 2013

CULTURA ÉPERA



IDIOMA

Su idioma oficial es el Sia Pedee (Wamuna o Epena), que significa “voz de caña brava”, y el Castellano como segunda lengua. Aproximadamente el 50% de la población es bilingüe funcional.



LOCALIZACIÓN


Los Epera se ubican en el Ecuador en la Costa Norte, Provincia de Esmeraldas, Cantón Eloy Alfaro, parroquias Borbón y La Concepción. Y también comparte territorio con el vecino país Colombia y la mayor parte de la población se localizan en este sitio.





















 VIVIENDA


Su vivienda, conocida tradicionalmente como tambo, consiste en un armazón de madera de planta circular o rectangular, construida sobre pilotes a una altura de 1.50 o dos metros sobre el nivel del suelo, con techo cónico de hojas de palma. Se asciende por un madero al que se le hacen muescas a manera de peldaños. Están cubiertas por hojas secas de plátano, de esta comunidad que carece de luz eléctrica y tiene en el río Cayapas la única vía de comunicación.





FIESTAS TRADICIONALES

Las fiestas fijas más importantes Idioma son: Semana Santa, San Juan 24 de junio, Santa Rosa el 30 de agosto y Navidad el 25 de diciembre. Los Épera de Ecuador, celebraron la fiesta de Navidad en 1999, “Ya son 20 años que he venido de Colombia, aquí no hemos hecho nunca las fiestas; ahora queremos ser renacientes, volver a celebrar nuestra cultura”. (Hilda y Marciano Chirimía, diciembre 1999).














VESTIMENTA


Su vestimenta se ha visto influenciada por la cultura occidental y actualmente visten como campesinos con ropa liviana .
Anteriormente se utilizaba la damagua que es la corteza de los árboles que se golpeaba para suavizar su textura y luego se elaboraban una especie de camisones para los hombres y una falda para las mujeres, a veces se decoraba con tintes vegetales




















Realizado por: Nilver Balcazar, Abner Carrillo, Nury Coro y Betsabé Arcos

viernes, 31 de mayo de 2013

EL GALLITO DE LA CATEDRAL


   

En los tiempos en que Quito era una ciudad llena de imaginarias aventuras, de rincones secretos, de oscuros zaguanes y de cuentos de vecinas y comadres, había un hombre muy recio de caracter, fuerte, aficionado a las apuestas, a las peleas de gallos, a la buena comida y sobre todo a la bebida. Era este don Ramón Ayala, para los conocidos “un buen gallo de barrio”.
Entre sus aventuras diarias estaba la de llegarse a la tienda de doña Mariana en el tradicional barrio de San Juan. Dicen las malas lenguas que doña Mariana hacía las mejores mistelas de toda la ciudad. Y cuentan también los que la conocían, que ella era una “chola” muy bonita, y que con su belleza y sus mistelas se había adueñado del carazón de todos los hombres del barrio. Y cada uno trataba de impresionarla a su manera.
Ya en la tienda, don Ramón Ayala conversaba por largas horas con sus amigos y repetía las copitas de mistela con mucho entusiasmo. Con unas cuantas copas en la cabeza, don Ramón se exaltaba más que de costumbre, sacaba pecho y con voz estruendosa enfrentaba a sus compinches: “¡Yo soy el más gallo de este barrio! ¡A mí ninguno me ningunea!” Y con ese canto y sin despedirse bajaba por las oscuras calles quiteñas hacia su casa, que quedaba a pocas cuadras de la Plaza de la Independencia
Como bien saben los quiteños, arriba de la iglesia Mayor, reposa en armonía con el viento, desde hace muchos años, el solemne “Gallo de la Catedral”. Pero a don Ramón, en el éxtasis de su ebriedad, el gallito de la Catedral le quedaba corto. Se paraba frente a la iglesia y exclamaba con extraño coraje:
- “¡Qué gallos de pelea, ni gallos de iglesia! ¡Yo soy el más gallo! ¡Ningún gallo me ningunea, ni el gallo de la Catedral!”. Y seguía así su camino, tropezando y balanceándose, hablando consigo mismo, – “¡Qué tontera de gallo!”
Hay personas que pueden acabar con la paciencia de un santo, y la gente dice que los gritos de don Ramón acabaron con la santa paciencia del gallito de la Catedral. Una noche, cuando el “gallo” Ayala se acercaba al lugar de su diario griterío, sintió un golpe de aire, como si un gran pájaro volara sobre su cabeza. Por un momento pensó que solo era su imaginación, pero al no ver al gallito en su lugar habitual, le entró un poco de miedo. Pero don Ramón no era un gallo cualquiera, se puso las manos en la cintura y con aire desafiante, abrió la boca con su habitual valentía.
Pero antes de que completara su primera palabra, sintió un golpe de espuela en la pierna. Don Ramón se balanceaba y a duras penas podía mantenerse en pie, cuando un picotazo en la cabeza le dejó tendido boca arriba en el suelo de la Plaza Grande. En su lamentable posición, don Ramón levantó la mirada y vio aterrorizado al gallo de la Catedral, que lo miraba con mucho rencor.
Don Ramón ya no se sintió tan gallo como antes y solo atinó a pedir perdón al gallito de la Catedral. El buen gallito, se apiadó del hombre y con una voz muy grave le preguntó:
- ¿Prometes que no volverás a tomar mistelas?- Ni agua volveré a tomar, dijo el atemorizado don Ramón.- ¿Prometes que no volverás a insultarme?, insistió el gallito.- Ni siquiera volveré a mirarte, dijo muy serio.- Levántate, pobre hombre, pero si vuelves a tus faltas, en este mismo lugar te quitaré la vida, sentenció muy serio el gallito antes de emprender su vuelo de regreso a su sitio de siempre.
Don Ramón no se atrevió ni a abrir los ojos por unos segundo. Por fin, cuando dejó de sentir tanto miedo, se levantó, se sacudió el polvo del piso, y sin levantar la mirada, se alejó del lugar.
Cuentan quienes vivieron en esos años, que don Ramón nunca más volvió a sus andadas, que se volvió un hombre serio y muy responsable. Dicen, aquellos a quienes les gusta descifrar todos los misterios, que en verdad el gallito nunca se movió de su sitio, sino que los propios vecinos de San Juan, el sacristán de la Catedral, y algunos de los amigos de don Ramón Ayala, cansados de su mala conducta, le prepararon una broma para quitarle el vicio de las mistelas. Se ha escuchado también que después de esas fechas, la tienda de doña Mariana dejó de ser tan popular y las famosas mistelas de a poco fueron perdiendo su encanto. Es probable que doña Mariana haya finalmente aceptado a alguno de sus admiradores y vivido la tranquila felicidad de los quiteños antiguos por muchos años.
Es posible que, como les consta a algunos vecinos, nada haya cambiado. Que don Ramón, después del gran susto, y con unas cuantas semanas de por medio, haya vuelto a sus aventuras, a sus adoradas mistelas, a la visión maravillosa de doña Mariana, la “chola” más linda de la ciudad y a las largas conversaciones con sus amigos. Lo que sí es casi indiscutible, es que ni don Ramón, ni ningún otro gallito quiteño, se haya atrevido jamás a desafiar al gallito de la Catedral, que sigue solemne, en su acostumbrada armonía con el viento, cuidando con gran celo, a los vecinos de la franciscana capital de los ecuatorianos